Monólogo de Dorotea

Este es un ejercicio de monólogo que escribí durante el diplomado en escritura creativa de la UNAM:

—Nunca quise nada de esto más allá de su muerte. Quise que se muriera cuando me dijo que ese niño iba a estorbar su Ingeniería, quise que se muriera cuando dijo que el aborto era pecado, quise que se muriera cuando arrebató a ese niño de mis manos después del primer y último beso que le di a mi hijo, quise verlo muerto cuando me convertí en uno de los relojes de su caja y cuando me negó el divorcio, cuando me dijo “tú no te vas, porque si te vas, nada te vas a llevar de lo que he formado: nada está a tu nombre”; luego, quise verlo muerto cada día de la vida que desperté junto a él y soñaba con que, algún día, besaría la frente de su cadáver con una sonrisa antigua. Soñaba con que un accidente automovilístico le dejara intacto el rostro para poder darme el lujo de despedirlo con un beso. Soñaba con que lo matara el alcohol, con recibir una llamada de madrugada para reconocer su cuerpo. Sin embargo, ahora que está muerto, cargo en el vientre la espina rígida de sus pecados y vengo a enterarme de mis propios horrores antes de entregar a un juez mi examen prenupcial.

              » Quise que se muriera cuando volví a sentir placer, cuando me volví a sentir amada, cuando me despertó un beso de mañana con un café y cuando la búsqueda de una cogida aleatoria se convirtió en cariño y luego en amor. Y ahora que está muerto, no le puedo contar a las amigas que me dijeron “búscate un colágeno” que el amor que me hizo viva ahora late como un pulso mortuorio por mis venas, ni que me quiero arrancar al monstruo que mi cuerpo engendra, ni que ahora quisiera que mi cuerpo fuera la sequía que fue mientras vivió Evaristo, ¿Qué puede hacer ahora Lucio, cuya culpa no es otra que el haber nacido de ese monstruo y de mi juventud subordinada?, ¿qué puede hacer si no arrancarse los ojos de un tajo y esperar que jamás se sepa nada de su nombre?, ¿y yo misma, tengo acaso otra opción que no sea el vacío, el dulce caramelo de la sobredosis, el aletargado movimiento del sueño perpetuo?, ¿qué chingados puedo hacer yo, que cargo al hijo de mi propio hijo?

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