Foto de una mujer sin sombrero

«Una mujer con sombrero
Como un cuadro del viejo Chagall
Corrompiéndose al centro del miedo
Y yo, que no soy bueno, me puse a llorar
Pero entonces lloraba por mí
Y ahora lloro por verla morir»

Silvio Rodríguez

Una mujer se sienta de piernas abiertas sobre los cadáveres cobrizos de las hojas caídas de un árbol. A su espalda: el árbol. El árbol de hojas verdes y moribundos racimos en marrón que se niegan a caer; el árbol con sus ramas secas y nacientes; el árbol invadido por el liquen y el moho, en pie y viviendo. En el fondo, una línea divide el pasto que reverdece de la hojarasca que esconde la tierra infértil.

            La mujer lleva un vestido azul que puede ser cualquier azul, todos los azules, el de los días nublados o el júbilo de la mar. Los antebrazos sobre sus muslos, las palmas juntas y abiertas hacia el cielo, como pidiendo clemencia, como recibiendo un regalo. Las uñas: rosa bien mexicano en ese paisaje de festiva muerte. Los hombros van descubiertos, bañados por el cabello castaño que fluye hasta el abdomen: el cabello también es hoja seca que se niega a caer.

            Algo más: sobre la muerte cobriza del verde, un pequeño tallo reverdece. Un pequeño tallo se esfuerza por no quebrarse bajo los pliegues del vestido entre las piernas de la mujer. Un pequeño tallo nace entre la muerte: festiva latencia de la muerte. Da igual si la mujer ríe o se lamenta.

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