La longitud del tinte se termina
en la reunión de todos los azules:
secos, intermitentes y profundos:
el sol ya no quema ni lastima.
El azul celulítico
en calma y repetido,
ya estriado sobre el lienzo,
azul de espejo contra espejo
y el sol ya no quema ni lastima.
El azul en que convergen
todos los azules,
el azul que se detiene
y se abre hacia sí mismo.
El azul oblicuo, envejecido y
empapado. El azul del mar
que también es una puerta:
yo tampoco soy el autor del mar.
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